domingo, 8 de octubre de 2023

Una estrella fugaz

 

Hola, mamá.

Sé que siempre empiezo igual, pero os echo mucho de menos; os echo de menos a ti, a papá, e incluso a Javi. Las noches son muy frías aquí en Upsala, echo de menos España y poder salir de noche con las amigas sin abrigarme hasta las orejas. No es que aquí no tenga amigas, pero es otra cosa, ya sabes.

Ya negocié el nuevo alquiler con el casero, este año fue razonable, y en el trabajo me han subido un poco, creo que para el próximo año podré ahorrar algo. Te prometo que como bien, tienes que dejar de enviarme comida porque es un dineral enviarme paquetitos y, además, termino echándoos mucho más de menos. De verdad mamá, estoy bien.

Ya va a hacer tres años que no nos vemos y acordamos que asistiría sin falta esta nochebuena, pero me va a ser imposible. Tengo un proyecto importantísimo en la universidad y debemos terminarlo antes de enero. Casi te puedo oír riñéndome, por eso no te lo he dicho por teléfono. Lo sé, no es propio de una persona adulta rehuir la conversación, pero déjame explicártelo:

¿Recuerdas mi promesa al irme? Te dije que cuando volviera estarías orgullosa de mí, que trabajaría de astrónoma poniendo nombre a las estrellas. Papá y tú ya me avisasteis de las dificultades; que el trabajo era mucho más duro que el colegio o la universidad y más injusto. 

Cuando me aceptaron de ayudante en la universidad de Uppsala vine con la cabeza llena de sueños: terminaría el C1 de sueco aquí, completaría la tesis mientras era ayudante y me prepararía para la cátedra. Entonces te diagnosticaron el cáncer. 

El dinero se nos esfumó, y me busqué el trabajo de camarera. Hoy te lo puedo confesar; lloré cuando papá quedó en el paro y tu tratamiento quedó en juego. Ese día me puse en lo peor, nos vi en la calle y temí que no lo superaras; estuve aterrada. Aquel año no podía ni estudiar porque a cada rato me daba una llorina con todo eso del tratamiento, las esperas, la duda de si necesitaríamos pagar un médico privado. Fue un milagro que encontrara trabajo a tiempo y pudiera ayudar a pagar el tratamiento.

Ahora, al fin, todo empieza a mejorar, tú te recuperas de la operación, yo me saqué el certificado del idioma y este año conseguí la plaza de investigadora, el trabajo por el que estudié toda mi vida y me fui tan lejos. No puedo dejar el proyecto ahora, debemos completar la investigación de la última estrella errante hallada por el observatorio; si otra universidad lo resuelve primero no habrá más financiación, peligrará mi trabajo y no podré seguir ayudando con tu tratamiento.

Ahora recuerdo mucho nuestras riñas con papá, ¿sabes? Cuando trabajaba y faltaba a alguna celebración. Recuerdo cuando tenía nueve y estuvo de viaje esas navidades en las que me iba a enseñar a esquiar. Me enfadé tanto… ¿Cómo entender que cuidaba de nosotras? Incluso nos peleamos mientras intentabas explicármelo. Con veintisiete la cosa cambia, ahora estoy orgullosa de imitarle.

Para nochebuena cocinaré un pollo al horno siguiendo tu receta, será parecido a estar en casa. Te llamaré. ¡A ver si Javier te enseña a usar el Whatsapp de una vez! Facilitaría mantenernos en contacto, podrías contarme cómo llevas la radioterapia, como te adaptas a... a todo lo que se tuvo que hacer.

Sí... ya imagino por qué te “cuesta tanto” el Whatsapp. Te conozco bien y no tienes un pelo de tonta, mamá. A mí también me reconforta escuchar tu voz por teléfono. Yo también intuyo tu ánimo cuando escribes en papel; en esa letra a mano y en aquellas palabras que no puedes borrar para no empezar de nuevo. Noto, como tú harás, cuándo se tuercen los renglones; o la tinta corrida que ruego sea en verdad por el té y no por culpa de una lágrima. No me engañas, porque yo estoy igual, pero las dos sabemos que allí no iba a encontrar trabajo. Debía quedarme en Suecia.

Este mes tengo la paga extra y os la voy a enviar para pagar todo. Dile a papá que no acepto un no por respuesta, lo necesitáis y punto. Usad parte del dinero para apuntar a mi hermano a alemán, ahora solo con el inglés no vale. Si don excusas se informa ya veréis cómo los cursos de la escuela de idiomas no son tan caros. Aún os sobrará para pagar facturas y compraros una botella de cava en Nochevieja de mi parte. ¿Podías beber durante el tratamiento? A papá le encanta descorcharlas, cuando escucho saltar un corcho me viene a la cabeza su sonrisa y sus bromas escanciando.

Anhelo de corazón que mejores del todo el próximo año. Que papá, Javier o tú encontréis trabajo. Que por fin llevemos al día la hipoteca y termine de pagar el crédito de la universidad. Deseo asistir sin falta la siguiente Nochebuena y brindar por tu salud. Y quiero veros más contentos de como os recuerdo al irme.

De todas formas, este año no ha sido tan malo. Aunque papá siga en paro, tu mastectomía fue bien y así lo tienes cerca mientras te recuperas. Yo conseguí el trabajo para el que estudié tanto y, si hay suerte, con el proyecto de este mes obtendremos nuevos fondos y mi primer artículo en portada. No he olvidado la promesa de ponerle tu nombre a una estrella; mamá, ¡estoy cerca de cumplirla!

¿Sabes qué se me ocurrió? Estuve pensando en la estrella que guió a los reyes magos a Belén cuando más lo necesitaban. Y ahora, mientras busco mi estrella radiante, de alguna forma la imagino como nuestra propia guía para reunirnos pronto y celebrar en salud y prosperidad. Tengo fe en que nos espera un futuro mejor.

Ya lo verás.

Os quiero a todos.

 

Relato presentado  al concurso de la junta provincial de Lugo de la Asociación Española Contra el Cancer en diciembre de 2017 Con el objeto de:

"que cualquier persona pueda expresar sus vivencias o sentimientos sobre esta enfermedad, puede ser de gran ayuda tanto para las personas afectadas como para sensibilizar a la población ante esta enfermedad."

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