martes, 19 de diciembre de 2017

El león de Turdetania


—Hijo mío, observa. Esta será la obra más importante de mi vida. La edad me pesa y mis ojos ya no son como eran. Pronto llegará el día en el que tomes mi cincel y mi martillo, el día en que los opulentos régulos y magnates de las minas de plata te encarguen esculturas y guardianes. Pocos serán como este. 

»Hoy es un día triste para Iberia, el gran régulo Altenes, campeón y defensor de Turdetania, ha fallecido. En vida fue ungido y acompañado por los buenos augurios del oráculo del sur. Derrotó tres veces a los lusitanos; luchó como un león y león lo apodaron. Las ciudades le aclamaron y bendijeron con la mejor armadura y armas facturadas en la mismísima Esparta. Los fenicios le obsequiaron con una capa de león blanco por proteger Gades.

—¿Por qué cincelas la melena del guardián lisa y no rizada?

—Lo hago en memoria de nuestro caudillo Altenes. Su capa era lisa y majestuosa; el león protector del régulo debe mostrar la majestad de quien guarda.

»Atiende bien a los dientes, hijo. El régulo fue un hombre fiero y su protector habrá de ser igual. Debe sacar la lengua, pues durante los ritos fúnebres probará la sangre de los sacrificios, así no olvidará que es un depredador. 

—¿No es exagerado ese hocico, padre?

—No, necesita de una buena nariz para olfatear a los intrusos, y unas orejas cuidadas. Esmérate en cada detalle cuando te llegue el momento. Cada sentido debe mostrar grandeza y vigilancia, nada debe escapar de su vista, oído y olfato.

»Voy a representarlo atento, como un perro guardián; una bestia vigilante de numerosos dientes, con garras que hienden la roca. Nadie molestará el descanso del régulo, y su familia nos pagará en plata de Sierra Morena.

* * *

—Llegó el momento, durante este día triste en las tierras de los turdetanos se ofician los ritos fúnebres del gran régulo Altenes. Como es tradición, cada ciudad en deuda con el campeón envía un emisario con un leño para la pira. Todas las ciudades cumplen, desde las columnas de Heracles hasta el Guadalquivir, desde el Algarve a la Sierra Morena. La hoguera del león blanco será espectacular.
»Hijo, ¿y el homenajeado? Mis ojos están demasiado cansados.

—¡Padre! Ya lo trae en camilla su guardia personal. Viste un último atuendo bordado en lana virgen e hilo de plata, y lleva la capa del león. 

»Ahora lo colocan en la inmensa pila de troncos. A su lado la espada y la lanza, el yelmo y la cota; también dejan con él un libro que le acompañe y un ánfora del mejor vino. Realmente parece un entierro de reyes.

—¿Las escuchas como yo? Las plañideras alzan su llanto. Ahora comienza la cremación. Los sacerdotes ya entonan plegarias, debemos corearlas. El fuego arderá durante horas, el sol apenas bosteza en el océano del oeste y continuará ardiendo cuando regrese desde el este.


* * *

—Ya es de día, padre. La leña se ha consumido y el cuerpo ha sido cremado. Ahora cien esclavos levantan la tumba alrededor de los restos del régulo. Es nuestro momento, tallaremos los relieves para contar esta historia y vuestro guardián será la pieza clave. Un león blanco de piedra guardará los secretos de una vida gloriosa. 

»¡Padre! Traen un toro tan fornido que es digno del mito de Europa y Zeus. Le acercan el cuchillo de sacrificios: van a darlo de alimento al guardián. Las fauces salpicadas de sangre atestiguarán su ferocidad, las salpicaduras en la tumba recordarán al león cual es su dominio y a los ladrones cual será su destino. ¡El león guarda al héroe de Turdetania!

Este relato es un homenaje a una pieza del museo arqueológico de Córdoba en un intento por darle una historia a esta escultura.
Turdetania fue un prospero reino de los muchos que poblaban Iberia antes de la llegada de Roma.
Imagen del mapa la encontré en arrecaballo
El dibujo de la Pira es obra del diseñador Francesco Corni
Espero que lo hayáis disfrutado.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Conoce Kéningar